Amelia Robles, la coronela. Autor: Sergio Cena. https://www.laizquierdadiario.com.ve/Historia-grafica-Amelia-Robles-la-coronela

En uno de mis viajes recientes a México, mientras visitaba a mi familia en el estado de Guerrero, mi padre me contó una historia que ya había escuchado hace algunos años, pero que había olvidado. Era la historia de Amelia Robles Ávila, una coronela que participó en la Revolución Mexicana de 1912 a 1918 y que era media hermana de mi bisabuelo paterno Luis Martínez Ávila, a quien no tuve la fortuna de conocer.

A quien sí conocí fue a su esposa, mi bisabuela Isabel Domínguez Bacilio. Recuerdo muy bien cuando la visitaba y me decía que su nieto, mi padre, había heredado los ojos verdes de Don Luis. En aquellos tiempos yo no estaba interesado en saber más de mis ancestros pues estaba en la adolescencia y tenía otras aficiones, así es que no le hice todas las preguntas que ahora tengo.

Unos años después, mi hermana hizo una tarea para la escuela que consistía en dibujar su árbol genealógico. Recuerdo que solo logró recabar los datos de la familia hasta nuestros bisabuelos, tanto maternos como paternos, y que no había logrado descubrir que alguna persona famosa hubiera sido parte de nuestra familia, a diferencia de algunos de sus compañeros que se enorgullecían de decir que tal o cual personaje histórico formaba parte de su ascendencia.

Con el paso del tiempo, mis intereses cambiaron y aprendí a apreciar todas esas historias sobre mi familia y fue así que en ese viaje le pedí a mi padre que me contara todo lo que sabía sobre Amelia.

Su relato se complementó con una visita a Xochipala, una pequeña comunidad cercana al pueblo donde vive mi padre y de donde eran Amelia y mi bisabuelo Luis. Antes de llegar ahí, visitamos una zona arqueológica cercana, La Organera, que debe su nombre a la infinidad de cactus órganos que abundan en la zona. Éramos los únicos ahí. No había ni guardias ni nadie que trabajara para el sitio arqueológico, así es que tuvimos que entrar clandestinamente brincando la cerca de alambre de púas que, sin éxito, protegía el lugar. Una zona arqueológica solo para nosotros. ¡Qué gran privilegio!

Después de esta visita fuera de la ley, continuamos hacia Xochipala. El pueblo estaba desértico. Ya después nos enteramos de que, debido a ciertos conflictos con el narcotráfico en la región, la gente casi no sale de sus casas por el temor a encontrarse con alguien que pueda perjudicar su destino por simple consecuencia de la casualidad.


Con mi padre en La Organera. Foto: Isidro Martínez García


Iglesia de Xochipala. Fotos: Isidro Martínez García


Foto: Gabriela Cano

Pasamos por la escuela primaria pública “Coronel Robles” para finalmente llegar a la Casa Museo “Coronela Amelia Robles”.

Fue tal nuestra decepción al darnos cuenta de que el museo estaba cerrado, que pensamos que nuestra misión había sido infructuosa, pero el dueño de la tienda que estaba enfrente, al percatarse de que éramos unos extraños visitantes, nos dijo que fuéramos a la casa del historiador del pueblo que se encontraba a la vuelta de la esquina y que, con toda seguridad, él nos daría la información necesaria sobre el museo y que incluso podría abrirlo para que pudiéramos entrar.

El historiador nos recibió con gran amabilidad e interés en su casa. Le explicamos que mi padre era nieto de Luis, el medio hermano de la coronela Amelia Robles y que nos gustaría saber más sobre su vida.

Había en la casa del historiador varias fotos de Amelia e incluso de mi bisabuelo. Mi padre nunca había visto una foto de él y todavía recuerdo la emoción con la que sostuvo la imagen en sus manos. Ahí estaba Luis, montado en su caballo, con una mirada que sí, evocaba los ojos de mi padre, pero que también me recordaba a mi querido tío Guillermo.

En ese momento comprendí que con mi curiosidad no solo había encontrado al personaje famoso en mi árbol genealógico del que podría haber hablado mi hermana después de aquella tarea, sino que estaba siendo testigo de algo más personal e íntimo: la conexión entre mi padre y su abuelo, de quien solo había escuchado anécdotas y a quien nunca había visto, ni siquiera en fotografía. La imagen concordaba con las historias que su madre, mi abuela, le contaba sobre Luis y el caballo en el cual la llevaba a pasear.


Luis Martínez Ávila, mi bisabuelo


Amelia Robles Ávila

También nos enseñó algunas fotos de Amelia y de su madre, mi tatarabuela Josefa Ávila Campos, quien había estado casada primero con Casimiro Robles y después con Jesús Martínez, mi tatarabuelo. Con Casimiro tuvo tres hijos: Prisca, Teódulo y Amelia; y con Jesús otros tres: Luis (mi bisabuelo), Concepción y Jesús.

Amelia nació el 3 de noviembre de 1889. Cuando era niña aprendió a montar y a domar caballos y también a usar armas. A los 21 años abandonó sus estudios debido al inicio de la Revolución mexicana. En una entrevista habló de que su interés por las armas tuvo su origen en el odio que sentía hacia su padrastro (mi tatarabuelo), a quien en dos ocasiones planeó matar. Es muy probable que este conflicto la llevara a decidirse a abandonar su casa y sumarse a la causa revolucionaria a la edad de 23 años.

En otra entrevista afirmó que se había ido a la Revolución “por una mera locura de muchacha… una aventura como cualquier otra” y que la sensación que había experimentado era “la de ser completamente libre”.

Esa libertad la llevaría a luchar por los ideales de la Revolución a partir de 1912. Llegó a tener a su cargo hasta mil personas y participó en alrededor de setenta batallas. Entregó las armas en 1918; sin embargo, siguió participando en otros conflictos armados hasta 1924 y después estuvo involucrada en diferentes actividades de la vida política de su pueblo.

Cuando regresó de la Revolución a Xochipala, adoptó oficialmente su personalidad masculina en el pueblo pues ya lo había hecho en el campo de batalla, se cortó las trenzas, comenzó a vestir como hombre y a todos les pidió que lo llamaran Amelio y no Amelia.

Un poco después de su llegada, llevó a su casa a Ángela Torres, con quien vivió el resto de sus días y con quien crió a una niña adoptada.

En 1955 comenzó a realizar trámites ante la Secretaría de la Defensa Nacional con el nombre de Amelio Robles Ávila. Quince años después se le reconoció de manera oficial como “Veterano de la Revolución Mexicana” y ese mismo año como “Legionario de Honor”. En 1973 recibió la condecoración al Mérito revolucionario.


Amelio Robles Ávila, circa 1914 Instituto Nacional de Antropología e Historia, Archivo Casasola

El historiador del pueblo nos leyó uno de los capítulos sobre la vida de Amelio que forma parte del libro que publicará pronto sobre su vida; era el capítulo más personal. Nos leyó que fue el mismo Amelio quien asesinó a mi bisabuelo Luis en 1952, aunque no se sabe con exactitud si fue por algún conflicto por la herencia de su madre o por algún problema de otra naturaleza.


Amelio Robles Ávila y Esteban Estrada, circa 1942 Foto de Gertrude Duby, Museo Na Bolom, San Cristóbal de las Casas, Chiapas


Amelio Robles Ávila (centro) y Gertrude Duby (izquierda)

Fue un momento emotivo para mi padre y para mí: no solo habíamos descubierto más sobre el héroe revolucionario de nuestra familia y sobre nuestro ancestro directo, sino que también habíamos confirmado una verdad dolorosa que nos dejaba más inquietos que conformes.

Amelio murió en 1984. Vivió 94 años, de los cuales 70 los vivió como hombre. En 2007 fue creado el Premio Amelio Robles que se otorga cada año en el marco del Festival de la Diversidad de Género en Monterrey, una de las ciudades más grandes de México. Este galardón, instituido por asociaciones de la comunidad LGBTTTIQ+, tiene el objetivo de reconocer los aportes y las trayectorias de activistas que luchan por el respeto a la diversidad de género.


Amelio Robles

Un día después de nuestra visita a Xochipala visitamos el museo de Chilpancingo, la capital del estado de Guerrero, y ahí vimos una estatua de la Coronela Amelia Robles Ávila. “Soy coronel, porque me gané el grado a sangre y fuego, y no coronela porque nunca fui esposa de ningún coronel”, resuenan en mí estas palabras que Amelio pronunció en una de sus entrevistas.


Estatua de Amelio Robles Ávila. Museo Regional de Guerrero. Chilpancingo, Guerrero. Fotos: Isidro Martínez García

Para leer más:

En español:

Amelia Robles en la Biblioteca virtual Emiliano Zapata

Amelio Robles, un coronel trans en la Revolución mexicana - El País (España)

Amelia Robles, la coronela (Historia gráfica de Sergio Cena) - La Izquierda Diario 

En inglés:

'Gender and Transgender in the Mexican Revolution: The Shifting Memory of Amelio Robles' by Gabriela Cano in Women Warriors and National Heroes: Global Histories (2020) (ed. Cothran et al.)


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