En una colmena cualquiera vivía una colonia de unos cincuenta mil individuos. Estos, desde que nacían, tenían asignadas ya una función y cada miembro unas tareas concretas, aunque estas cambiaban con la edad. En la colmena el trabajo era mucho y variado, y todas las obreras estaban altamente especializadas, era parte de su condición genética.
Las criadoras se dedicaban a alimentar a las larvas, las ventiladoras agitaban las alas para mantener aireada la colmena, las cereras construían panales de celdilla y las guardianas vigilaban la entrada de posibles intrusos. Una vez maduras, se convertían en libadoras y tenían que salir cada día a un radio de unos tres kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, para recolectar el polen de las flores y las plantas y los propóleos o resinas de los árboles, después los llevaban a la colmena almacenados en el buche melario, y los depositaban en las celdillas del panal.
La siguiente casta de individuos la formaban los zánganos, la única función de estos era la de fecundar a la reina. En general, eran de tamaño más grande que las obreras pero su número era mucho menor. Cada colmena constaba de unos cientos de zánganos.
Por último, estaba la reina, era la de mayor tamaño y solo había una por panal. Su función era la de poner huevos, que más tarde se convertían en larvas, aquella aovaba una media de dos mil huevos por día.
Pero lo más impresionante de todo era que las abejas, en su quehacer recolector, en sus idas y venidas libando las plantas, las flores y los árboles, iban polinizando todo lo que tocaban; y con ello ayudaban indirectamente a la reproducción de las especies vegetales, la mayoría de ellas imprescindibles para la alimentación y la supervivencia de los humanos.
Este equilibrio ecológico se empezó a romper con la contaminación medioambiental, el cambio climático y los pesticidas que, década tras década, iban incrementando y nada dejaban impoluto. Paulatinamente, el baile de las abejas, ese que indicaba dónde estaban las plantas y las flores, se vio afectado por la desorientación que empezaron a padecer las mismas, debido a su alteración genética causada por los productos químicos. Aunque los síntomas estaban ahí presentes, cuando la desaparición de las abejas fue total ya era demasiado tarde para reaccionar.
Ahora vivimos en un mundo sin abejas donde el hambre afecta a la mayoría de los habitantes del planeta. Ya queda poco para la extinción de los humanos, también han ido desapareciendo los árboles, las plantas y las flores. El mundo es gris y la humanidad ha perdido la esperanza.
... solo tenéis que escribir una redacción en español en la cual reflexionéis sobre el problema de la extinción de las abejas.
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By Ana Ruiz
June 17, 2015
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